Burgos, 2 de octubre 2024.-   Los humedales, un ecosistema que bien gestionado actúan como importantes sumideros de CO2, pueden servir a las empresas para compensar sus emisiones de carbono y convertirse así en un elemento muy valioso en la lucha contra el cambio climático.

Esta es una de las conclusiones principales del proyecto Life Wetlands4Climate, recogidas en un reportaje documental presentado en el Día Mundial del Medioambiente.

Proyecto Life Wetlands4Climate

El proyecto, gestionado en su apartado científico por el equipo liderado por Antonio Camacho, catedrático del Departamento de Microbiología y Ecología de la Universitat de València (UV), ha recogido muestras de las zonas húmedas para analizar en el laboratorio y comprobar la evolución en el potencial de emitir gases invernadero en un humedal concreto y así evaluar la efectividad de las acciones.

“Los testigos integran los primeros centímetros del sedimento donde están los microorganismos estratificados en distintas capas responsables de la emisión de gases”, según explica uno de los miembros del equipo investigador, Carlos Rochera.

“En función del tiempo de incubación en que nosotros dejamos las muestras acumular gases, lo hacen a una tasa más o menos estable, entonces conociendo ese tiempo podemos medir posteriormente la concentración de gas acumulada”, ha recalcado.

Comportamiento de los humedales 

Parte de la dificultad de este ambicioso proyecto, financiado por el Programa Life de la Unión Europea, radica en atribuir la causa de la mayor o menor emisión de gases en un humedal, pues intervienen factores ambientales y de manejo.

Según Rochera, se ha estudiado cómo se comporta un humedal -por ejemplo, cuántos gases de efecto invernadero podrá retener y, los que emite, en qué forma estarán, si es en forma de CO2 o en forma de metano, que en el corto plazo es más perjudicial- en relación a las diversas formas de gestionar el ecosistema, en diferentes condiciones y escenarios futuros, como aquellos de mayor temperatura y variabilidad de las precipitaciones.

Un comportamiento que varía según el tipo de humedal: de hecho, algo que el experto califica como “determinante” son “sus características de salinidad, su hidroperiodo, lo que se refiere al tiempo del año en el que la cubeta está inundada”. “Los seres vivos en sus procesos naturales fijan carbono y liberan carbono en formas de gases que provocan efecto invernadero, pero también son capaces de captarlos a partir de la atmósfera”, ha explicado, por su parte, Antonio Camacho.

El motivo por el que los humedales son sumideros de carbono -pero también potenciales emisores- es el agua, ha señalado. “No entendemos la vida sin agua”, ha dicho, y “como la actividad biológica está ligada al agua y los humedales son un tipo de ecosistema ligado al agua -sea, de forma temporal o permanente-, éstos tienen un potencial tan grande, incluso mayor que la mayoría del resto de tipos de ecosistemas que hay en la Tierra”.

El proyecto Wetlands4Climate ha experimentado sobre estas zonas húmedas mediterráneas aplicando “determinados tipos de acciones que nos permitirán en unos años que los humedales puedan ser conservados o restaurados en proyectos de mitigación climática, de compensación climática”, según afirma Camacho.

“Lo fundamental es reducir drásticamente las emisiones”, ha insistido el catedrático, pues, según la comunidad científica internacional, el mundo tiene que transitar a una economía totalmente descarbonizada y por ello es necesario “que las emisiones de gases de efecto invernadero se hagan cero lo más pronto posible, al menos los balances”. Advierte que “esto nos ayudará a ir recuperando. Si no, no podremos hacerlo, ya que el ritmo de aumento de las emisiones y de generación de calentamiento es mucho más grande, que lo que pueden hacer todos los ecosistemas de la Tierra en su conjunto”.

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